La espera termina. Esos largos días tocan a su fin. Parecía que nunca iba a llegar el momento del reencuentro, de volver a tener esos instantes de intima charla en la soledad de Su casa, de poder sentir el calor de su mirada y la serenidad de su presencia. El tiempo parecía que se había detenido en aquella madrugada de septiembre en la calle de San Jacinto, en toda Triana, cuando nuestra Madre dejaba el hogar para ir a pasar un tiempo de cura de su cuerpo terrenal. Pues su alma se quedó en una esquina de Su casa en forma de cuadro, que nos recordaba a todos sus hijos sus facciones, su mirada, sus manos y su Amor.
Muchos días, actos, reuniones y una vida que se intentaba continuar con la normalidad que da tener el corazón partido entre Triana y la Cartuja, Ella quería que siguieramos nuestra vida cotidiana, auque no se podía evitar esa añoranza. Imagenes y recuerdos de su ida, salpicadas de hermosura en forma de fotografías, que ya para siempre estarán en la historia gráfica de la Corporación y que nos acompañaran siempre, dando fiel reflejo de una Madre que es Virgen y Reina se ponga lo que se ponga y esté donde esté.
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